El Camino del Tao (Part. 4)


 
31.- Contra la guerra.

El que está en el camino del Tao, no refuerza el imperio de las armas.
Toda acción provoca reacciones.
Sólo zarpas y espinos nacen en el lugar donde acampan los ejércitos.
Después de la guerra, siguen años de hambre.
El buen general vence, y allí se queda.
No abusa de su poder, no se sobrestima.
Vence y no se jacta, vence porque es su deber.
Cuando las cosas alcanzan su extremo, comienzan a declinar.
Eso es oponerse al Tao.
Y lo que se opone al Tao camina rápidamente a su fin.


32.- Guardar las armas.

Las armas más valiosas son objetos nefastos, no son instrumentos para el hombre de Tao.
Las armas son instrumentos de desgracia, no son instrumentos para el rey.
El hombre de Tao utiliza como sitio de honor, en su...

 
hogar, la izquierda, y para las armas, la derecha.
Sólo en los casos inevitables hace uso de las armas.
Luego, si vence, no celebra la victoria, no halla placer en ella.
Si hallase placer en ella significaría que se complacía en la matanza de los seres humanos.
Pero el que se complace en la matanza de los seres humanos no verá cumplida su voluntad.


33.- La sabia virtud.

El Tao es eterno, es una noción sin nombre.
Sólo cuando hubo necesidad de mencionarlo se le dio un nombre.
El que sabe dar nombres debería saber que existe lo que no puede ser nombrado.
Si conoce esto, conoce lo que nunca muere.


34.- Discriminación.

Quien conoce los hombres es hábil.
Quien se conoce a sí mismo es sabio.
Quien vence a los otros, es fuerte.
Quien se vence a sí mismo, es poderoso.
Quien se conforma con lo que tiene, es rico.
Quien mantiene su propósito, es firme.
Quien permanece donde encontró su hogar, perdura largamente.
Quien muere mas no perece, tendrá longevidad.


35.- Confianza en la perfección.

El gran Tao fluye por todas partes, hacia la izquierda y hacia la derecha.
Todas las cosas existen por su mediación, y él no las rechaza.
Al darse es generoso, y no exige ser retribuido.
Ama y nutre todas las cosas, pero no se apropia de ellas.
Como es siempre no existente, puede ser llamado pequeño.
Todas las cosas regresan a él, pero no las reclama como su dueño: por eso es grande.
Porque no se considera grande, la grandeza está con él.

 


36.- La virtud benevolente.

El que lleva en sí la Gran Forma, hallará la plenitud.
Y vivirá en paz, sin sufrir daño, en armonía.
El huésped de paso se detiene cuando alguien le ofrece música y manjares, pero el Tao es tan puro que parece insípido por su falta de sabor.

Si se lo contempla, no se lo ve.

Si se lo escucha, no se lo oye.

Pero nunca se agota si bebemos de él.


37.- La sabiduría sutil.

Si quieres que algo se contraiga, antes debes permitir que se expanda.
Si quieres que algo se debilite, antes debes hacerlo fuerte.
Si quieres demoler un edificio, antes debes edificarlo.
Para recibir, hay que dar primero.
A esto llamamos sabiduría sutil.
Lo débil y lo tierno vencen lo duro y lo fuerte.
Que nunca salga el pez de la profundidad del agua.
Las armas del reino no se muestran al extranjero.


38.- El ejercicio del gobierno.


El Tao nunca actúa, pero todo lo hace.

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